domingo, 14 de abril de 2013

Semana Santa: Algo de reflexión, algo de fútbol



En pinceladas del recuerdo sobre el fútbol en mi vida, siempre hay rememoración fugaz del juego entre amigas y amigos, el famoso fútbol tenis, la fiebre del mundial con las revistas para coleccionar a bordo, y como no, cada domingo los silencios en las calles, uno que otro transeúnte vestido de rojo y blanco, y la radio a todos sus decibeles para que los fanáticos e indiferentes a la redonda se enteraran que jugaba una vez más “el tiburón”. De igual forma, despertarse temprano, prepararse y vestirse elegante e ir a misa en familia (mi madre siempre dijo: “este es el día de fiesta del Señor, por lo tanto hay que vestirse bien”) y sin falta a darle gracias por cada semana que nos brindaba de vida.

Después de esta semana mayor, algo de reflexión, algo de fútbol, he vuelto por aquí después de ver una serie de “tuits” emitidos en estos días por Santiago Aristizábal  (Periodista) relacionados a dos temáticas que me jalan uno de cada brazo – después explicaré el por qué- se trata de fútbol y religión.

Siempre hemos visto los símbolos religiosos en las canchas de fútbol: el persignarse, tan cotidiano en el fútbol internacional pero usado también para provocar como fue el caso del arquero polaco Artur Boruc, cuando en el 2006 militaba con el Celtic (católicos) en un clásico a muerte contra el Rangers (Protestantes) donde se santiguó y conmocionó a la hinchada rival; y en una segunda opción sin intención de ofender a nadie , llevaba una camisa con la foto del papa Juan Pablo II con la frase “Dios bendiga al papa”.

Otros como hacer la señal de la cruz y entrar a su posición en el campo;  el marcar un gol y señalar al cielo; o aquella forma de agradecimiento del gol en la autoría de Narciso Mina –en el que nadie creía- con la frase sacada de 1Corintios 10:15 en la camisa “No soy yo, es la gracia de Dios en mí” por delante y “Yo solo me esfuerzo y le creo a Dios” por detrás, en el clásico ante Emelec en el gol número trece (gol con el que soñó el día anterior al partido) de treinta que hizo en el año 2012, además de haber quedado campeón con Barcelona en el campeonato de Ecuador.  


Asimismo, la tripleta de Miguel Borja por Colombia sobre los bolivianos en el Suramericano Sub 20 del presente año. Siguiendo por  las típicas oraciones previas en camerinos y entrenamientos. O el periodista que se ordenó sacerdote con la frase: "los católicos siempre jugamos en casa. Si lo hacemos así tenemos el árbitro a favor y, en caso de emergencia, el penalti... nos lo regala. Ser católico es jugar la champions todos los días"; hablando de católicos y champions, la famosa Copa Clerical promovida por el cardenal Tarcisio Bertone - actualmente el Vaticano retiró el patrocinio por la violencia generada a partir de estos encuentros que van incoherentemente con la religión-. Y terminando en la reciente frase “Dios es argentino, y ahora el papa también” de Maradona. En fin, dándole vueltas a esto, ¿De qué lado está Dios en el fútbol?

Frecuentemente es normal que en la prensa escuchemos que las victorias futbolísticas se asocien a la estrecha relación con Dios, entonces eso quiere decir que los futbolistas que no creen en Dios, ¿no tienen la oportunidad de ser vencedores en lo que hacen con pasión?

Estoy convencida que Dios transforma vidas, y creo que las actuaciones del día a día será la consecuencia de nuestro futuro cercano, lejano o como lo queramos ver. Dios no quita las armas en un conflicto, ni se las entrega a otros. Dios no pita partidos de fútbol, ni es socio mayorista de un club. Lo anterior mencionado lo daré con el ejemplo de Didier Drogba, futbolista militante del Galatasaray, quien ha tenido iniciativas de participar en procesos de paz promovido por sus dogmas de fe y amor, además reconoce el talento dado por Dios, quien da gracias infinitas a Él y complementado con su trabajo - como el mismo lo ha dicho - por lo que ha demostrado en su carrera profesional.

Al empezar dije que estos dos paradigmas me jalan de cada lado, ya que el día del Señor también es el día del fútbol. Por un lado me seduce la idea de los principios religiosos, la doctrina cristiana y la convicción de un Cristo Salvador. Pero más que eso soy una gran fanática, seguidora, fiel y creyente del fútbol: visitar su templo es un ritual imperdible; fijarse quién precede la ceremonia es de vital conocimiento como variable al resultado; cantar himnos de alabanza al onceno que nos dará la gloria del momento es imprescindible, sentir el éxtasis cuando tu equipo del alma levanta la copa de la gloria, tal cual como el cáliz para los cristianos.

Por lo tanto, meterse en un terreno tan polémico como lo es el fútbol y la religión, es un poco peligroso, ya que requieren el respeto y la profundidad de lo que significa para cada quién que practica o profesa ser parte de un grupo de éstos o de ambos a la vez. O en ninguno de los dos. Para unos como para Eduardo Galeano: "El fútbol es el opio moderno de los pueblos" y describió "¿En qué se parece el fútbol a Dios? En la devoción que tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen los intelectuales". Es cosa de FE, de creer y experimentar. Más que futboleros, religiosos, necesitamos tolerancia, aceptación y respeto por aquel que no viste tu misma camiseta ni sigue tu misma religión. 

Finalmente, solo quería tocar frescamente algunas eventualidades en los que estas dos áreas han sido mezcladas por la complejidad de nuestra cultura y que hace parte de nuestra memoria colectiva.  ¡Solo le doy gracias a Dios de que existe el fútbol, y que dominicalmente les rindo pleito a los dos!


Julieth González Therán
@JULIETHCGT