Quiero confesarles ciertas
sensaciones y experiencias que me forzaron de nuevo a coger el lápiz y el papel
para escribir; es muy fuerte, es el espíritu mismo quién obliga a transportarlo
por medio del silencio.
Les hablaré algo de fútbol:
suplemento de alegrías momentáneas, colores y pasiones, cúspide de nuestras
expresiones. Eso ya ustedes lo saben, no necesitan ser periodistas deportivos
(sin ánimo de ofender a nadie) para darse cuenta que la dupla de delanteros que
hizo permanecer el D.T. de la Selección Colombia en la titularidad sigue funcionando, igual como la genialidad y
el talento de jugadores como Cuadrado, Armero, Teo, en fin, repetir los
argumentos de los medios nacionales, no es el tema central. Más bien, les
presentaré por medio de esta cita, a los “invisibles” del fútbol colombiano.
Mi primer invitado es “la fiera”
seguramente este será el más conocido de los que les traigo a este encuentro.
Sino tiene ni idea de quién es, yo le contaré por lo menos lo que me encontré
en las manos de él. Este señor recorrió toda Barranquilla buscando unos
candados especiales de máxima seguridad para que las maletas de la Selección
que viajarán a Venezuela sean infalibles a cualquier mala intención. Detalle
tan pequeño pero tan grande. Señor, en todo el sentido de la palabra, de gran
carisma, que se pasea con facilidad los pasillos de las concentraciones de los
equipos de fútbol del país y que habla con todos como uno más de la familia.
Mi segunda invitación para
presentar, son unas niñas, que se olvidaron de sus diferencias sociales y
económicas y se unieron en un equipo para cumplir su misión de tener la foto y
el autógrafo de su jugador favorito, como en un juego de aventuras. Para ello
tuvieron que cumplir con todas las etapas de los “mundos”: encontraron la llave
que les daba ingreso, planearon estrategias para volarse los circuitos de
seguridad, huían de los “malos” (personas que dañarían su misión), descubrieron
los pasadizos secretos del “castillo” (hotel) para poder llegar a la realeza
(jugadores). Aunque fue imposible cumplir el objetivo más grande: llegar a la
jaula del “tigre”.
En realidad fue muy divertido, un
juego de ascensores, escaleras, adrenalina y suspicacia. Afianzar el alma de
niños.
Otro, quien me robó más sonrisas
que los cinco goles, fue el Sr. Rubén Gómez, quién en su condición de
discapacitado se fue al estadio con su acompañante desde las doce del mediodía
para hacer el respectivo ingreso de forma gratuita -¿Se imaginan el calor?-;
luego de disfrutarse el partido se parqueó en las vallas que rodeaban al bus de
la selección hasta esperar a que salieran los jugadores. Muy juicioso esperó la
llegada de éstos después de las entrevistas, pero desafortunadamente por
cuestión de seguridad, no dejaron que Rubén se tomara la foto. En ese preciso
instante me encontraba buscando una salida del estadio, hasta que di con esa
valla y lo conocí, de allí hasta la salida me hizo compañía y me contó lo que
acabo de escribir, y finalizó con algo positivo; que después de tanto, Muriel
generó una alegría que no tiene precio: le regaló su pantaloneta.
En este viaje a mi tierra, gané
amigos con distintos perfiles, en distintos escenarios, gente querida y
agradable que con pequeños detalles hacen diferencia. Por lo tanto un fin de semana
lleno de buenos resultados.
Asimismo, todo honor y gloria
para la Selección Colombia, pero todo respeto, fascinación y atención a estas
personas que hacen mover el corazón y hacen que en una mañana cálida y
silenciosa, broten las palabras a esta entrada. De igual forma, esta es solo
una representación de millones de colombianos que tenemos una historia que
contar alrededor de nuestro fútbol, millares de almas que se unen en una sola
voz, una selección que nos hace soñar, gritar, reír, llorar con ese fútbol
bonito y vistoso. Y por supuesto las ocurrencias de cada uno para vivir con más
intensidad esa pasión que puede ser igual o mucho más atractiva que esta
historia.
JULIETH GONZALEZ THERAN
@JULIETHCGT
Hinchas apasionadas por la Selección Colombia
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